Esta es la segunda entrada del Proyecto "In memoriam".
Lean el poema y las palabras de Manuela Bodas. Sobran más explicaciones.
Un
vuelo sutil,
alcanza
el vientre
fecundo
de la tierra.
El vuelo,
trae la semilla
que brota
en el labio
abierto
de la vida.
Un leve
roce de pupila,
abre la
luz,
se
enciende el útero del universo,
aparece
entonces
la
silueta infinita de la existencia,
el río
místico de la sangre.
Madre,
hija, nieta,
en el
viaje infinito de la memoria,
en el
feliz retorno
al núcleo
del tiempo.
Madre,
hija, nieta.
¿Tres,
dos? ¡No… una!
Una
dibujada en otra, y en otra.
Una misma
que cede sus raíces
a las
otras.
Una misma
que vuelve
de las
sombras.
Así el
viaje, se hace más llevadero,
porque en
el bolso de la vida,
llevas
siempre,
memoria
de sobra,
trajes
para cada frío,
ganas de
las otras,
y un
tónico de almas,
por si el
temporal arreciara.
Entre
madre e hija,
ando yo,
colocándome sus sombras.
Son
sombras buenas,
que me
aman y me nombran.
Me
nombran bonito,
con la
boca de la calma,
con la
risa de las ganas.
Gracias
madre.
Gracias
hija,
por este
viaje, imposible sin vosotras.
El viaje es un poema que surgió para una
fotografía, en la que tres mujeres: madre (Josefina), hija (Manuela) y nieta
(Vera), se vuelven una, ataviadas con el mismo vestido, los mismos aderezos, y
un bolso como único equipaje, donde se guardan y permanecen secuencias de ADN,
cadencias de genoma, átomos de existencia, raíces de sangre, lluvias de ganas,
silencios llenos de gracia. Tres mujeres: madre, que me dio sus células, yo
hija, como eslabón unificador, nieta que trajo el viento bueno de la vida.
Gracias, universo por convertirnos con esta instantánea en tres hermosas
estrellas que habitan para siempre en la galaxia de la existencia.
Manuela
Bodas Puente